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Autotraición

Estoy convencido que el núcleo del ser humano es la BONDAD. Por eso, cada vez que decidimos no seguir nuestro impulso de ayudar a otra persona, a menudo me encuentro culpando a la misma persona que sentí que debía ayudar.

¿Por qué “llevo la cuenta” de todas las cosas que he hecho por ellos en comparación con las pocas que han hecho por mí?

Porque al no hacer lo que sentí que debía hacer por otra persona, se crea en mí una intensa necesidad de sentirme justificado. Entonces, ¿cómo puedo sentirme mejor con respecto a esa decisión y aliviar mi malestar?

Haciendo que lo incorrecto parezca correcto. Demostrándome a mí mismo que ese impulso era un error. Convenciéndome de que el otro no se lo merece. Que ya he hecho lo suficiente y además, no lo reconoce ni agradece. Que no tengo tiempo de ayudar ahora.

¿Pero es esa toda la verdad? ¿La otra persona es tan descuidada e ingrata como la estoy viendo? ¿Estoy realmente tan ocupado como creo?

No. Mi necesidad de justificarme me impide ver las cosas como son. Distorciono el sentido de los hechos y los desproporciono. Me engaño, entonces veo a la otra persona como un obstáculo. Después de traicionar ese impulso inicial, ¿quién creo yo que ha hecho algo mal? Por supuesto, la otra persona. Pero si miro en mi interior, ¿cuál sé que es la verdad?

Sé que al no honrar mi deseo inicial de hacer lo que sabía era lo correcto, soy yo quien realmente hizo algo mal. Estoy viendo la situación de una manera distorsionada.

¿Qué pasa con mis emociones después de haberme traicionado? Con frecuencia, estoy enfadado con la otra persona, frustrado o impaciente. Estoy convencido que es el otro la razón de mi malestar. ¿Pero es lo que realmente hizo el otro durante todo este tiempo? Nada!. Todo el drama se desarrolló en mi propia cabeza. Si así es, entonces ¿quién me hizo sentir así? Yo mismo.

La conclusión es que cuando le doy la espalda a mi BODAD experimento malestar y al no responsabilizarme de ser la causa, no veo las cosas como son en realidad y tampoco veo de qué modo yo estoy siendo parte del problema. Eso empobrece mi vidas, tanto en el trabajo como en mi vida personal. Afortunadamente, hay señales o “banderas rojas” comunes que pueden ayudarnos a ver cuándo nos autotraicionamos. Ya sabemos que sentirnos justificados, culpar, sentirnos víctima de la situación,
“horrorizar” a los demás (exagerar sus defectos) y poner etiquetas — así como ponernos a la defensiva, exagerar las diferencias, exagerar los valores y volvernos excesivamente egocéntricos.

Además todos tenemos nuestras propias banderas rojas — formas de actuar, parecer y sentirnos inocentes — que son personales. Por ejemplo, llevar la cuenta, desconectarse, ser sarcásticos, levantar la voz, poner los ojos en blanco y perder la paciencia.

Cuál es tu estilo favorito?

Con Dios y contigo:

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