El enfoque de Aprendizaje-Acción (también conocido como «aprendizaje por resolución de problemas» o «aprendizaje basado en la experiencia») es una teoría psicológica del aprendizaje que se centra en cómo las personas aprenden a través de la experiencia práctica y la reflexión sobre esa experiencia.
Según esta teoría, el aprendizaje ocurre cuando una persona se involucra activamente en un proceso de solución de problemas, donde el objetivo es resolver un problema o alcanzar una meta específica. Durante este proceso, la persona experimenta la situación, reflexiona sobre lo que está sucediendo, realiza ajustes y luego intenta nuevamente hasta que se logra la solución o la meta deseada.
En el enfoque de Aprendizaje-Acción, el conocimiento se construye a partir de la experiencia y la acción. Las personas aprenden mejor cuando están involucradas activamente en el proceso de aprendizaje, en lugar de simplemente escuchar o leer sobre un tema. Además, este enfoque enfatiza la importancia de la reflexión y la retroalimentación para el aprendizaje efectivo.
Este enfoque se aplica en diferentes áreas, como la educación, la formación laboral y el desarrollo personal. En el ámbito educativo, por ejemplo, se promueve el aprendizaje mediante proyectos y trabajos prácticos, en los que los estudiantes tienen la oportunidad de aplicar lo que han aprendido en situaciones reales. En el entorno laboral, las empresas pueden utilizar este enfoque en programas de capacitación para empleados, en los que se les da la oportunidad de resolver problemas relacionados con su trabajo y reflexionar sobre sus experiencias.
En resumen, el enfoque de Aprendizaje-Acción es una teoría psicológica del aprendizaje que se centra en la experiencia práctica y la reflexión para construir el conocimiento. Este enfoque tiene aplicaciones en diferentes áreas, desde la educación hasta el desarrollo personal y el ámbito laboral.