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Almas viejas

He llegando a pensar que mi alma ha envejecido de tantas vidas que ha vivido en una sola. Son muchas las lecciones que he aprendido a lo largo de mis diferentes vidas. Hoy sé que el amor es el motor principal de la existencia, que debemos cultivar relaciones saludables y sinceras. También he aprendido que el perdón es esencial para nuestra propia paz interior, y que debemos aprender a perdonarnos a nosotros mismos y a los otros. Algo que me recuerdo con frecuencia es la importancia de la paciencia y la capacidad de esperar el momento adecuado para tomar decisiones importantes. Además sé que la perseverancia y la determinación son clave para alcanzar nuestros sueños.

Ser un alma vieja conlleva un propósito único y especial. Por haber vivido varias vidas, hemos acumulado sabiduría y experiencia. Nuestro propósito es utilizar esta sabiduría para guiar y ayudar a otros en su camino. Tenemos la capacidad de comprender las lecciones del pasado y aplicarlas en el presente, lo que nos permite ser mentores y líderes. También tenemos la capacidad de conectar con un nivel más profundo, lo que nos permite brindar consuelo y apoyo a aquellos que lo necesitan. Puntualizo: el propósito de las almas viejas es iluminar el camino de los demás y ser una fuente de sabiduría y guía en un mundo lleno de incertidumbre.

A medida que avanzo aprecio la importancia de abrazar tanto el presente como el futuro. En el presente, encuentro la sabiduría y la paz que he adquirido a lo largo de mis vidas pasadas. Me conecto con mi intuición y confío en mi capacidad para tomar decisiones informadas. Además, valoro cada momento y aprecio las pequeñas alegrías que la vida me brinda. Sin embargo, también miro hacia el futuro con esperanza y expectativas. Sé que cada experiencia que vivo en el presente tiene un propósito y me prepara para lo que está por venir. Mantengo una mentalidad abierta, lista para aprender de nuevas lecciones y aceptar los desafíos que se presenten. Abrazar el presente y el futuro me permite vivir plenamente y encontrar un equilibrio armonioso entre mi pasado, mi presente y mi futuro como alma vieja.