Erving y Miriam Polster fueron figuras prominentes en la terapia gestalt, un enfoque terapéutico que se centra en la conciencia del momento presente y en la responsabilidad personal. Aunque no hablan específicamente de «mecanismos de defensa» en los términos tradicionales del psicoanálisis, sí describen patrones de comportamiento y emociones que las personas usan para manejar el estrés o evitar el malestar emocional. Las emociones que mencionas podrían entenderse como reacciones o respuestas que pueden funcionar de manera similar a los mecanismos de defensa.
- Ira: La ira puede ser una respuesta a una amenaza percibida o a una injusticia. Puede ser una defensa en el sentido de que puede proporcionar una sensación de poder o control en situaciones en las que una persona se siente amenazada o impotente. Sin embargo, la ira constante o inapropiada puede ser perjudicial para la salud y las relaciones personales.
- Confusión: La confusión puede servir como un mecanismo de defensa en situaciones de estrés o amenaza al permitir a la persona evitar confrontar una realidad incómoda o dolorosa. Por ejemplo, alguien podría reaccionar a una mala noticia con confusión o incredulidad como una forma de negar o aplazar el impacto emocional.
- Fastidio: El fastidio puede ser una respuesta a una variedad de situaciones, desde interrupciones menores hasta situaciones más significativas que una persona considera injustas o molestas. Como mecanismo de defensa, el fastidio puede ayudar a la persona a establecer límites o a distanciarse de situaciones o personas que encuentra difíciles.
- Resentimiento: El resentimiento puede surgir de la percepción de haber sido tratado injustamente. Como mecanismo de defensa, puede permitir a la persona evadir la responsabilidad por su parte en una situación, colocando toda la culpa en otros. Sin embargo, el resentimiento crónico puede ser perjudicial para la salud emocional y las relaciones.
- Impotencia: La sensación de impotencia puede ser una defensa contra la realidad dolorosa de que uno no tiene control sobre ciertas situaciones. Puede ser una forma de protegerse a sí mismo de la desilusión o la frustración, aunque a largo plazo puede conducir a la resignación o la depresión.
- Decepción: La decepción puede ser una forma de manejar las expectativas no cumplidas o el dolor de la pérdida. Como mecanismo de defensa, puede permitir a la persona desplazar sus emociones o culpar a las circunstancias o a otras personas por sus problemas. Sin embargo, la decepción constante puede llevar a la desilusión y al pesimismo.
Estas reacciones o emociones pueden ser respuestas naturales a situaciones estresantes o amenazantes y pueden ser útiles en ciertos contextos. Sin embargo, si se convierten en patrones crónicos o destructivos, pueden ser señales de que alguien está luchando por manejar el estrés o el dolor emocional de una manera saludable. En tales casos, puede ser útil buscar la ayuda de un profesional de la salud mental.