En el libro «Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva», Stephen R. Covey explica que nuestras ideas y creencias influyen mucho en cómo actuamos y decidimos. Según él, ser proactivo significa tomar la iniciativa y entender que uno puede controlar cómo reacciona ante lo que pasa a su alrededor, aunque no siempre pueda controlar lo que sucede.
Hay dos maneras de enfrentar las cosas:
- Reactividad: Las personas reactivas dejan que lo que pasa afuera les afecte mucho. Se sienten sin poder hacer nada y esto les impide decidir bien.
- Proactividad: En cambio, las personas proactivas saben que aunque no controlan todo, sí pueden decidir cómo responder a lo que les pasa.
Por ejemplo, en el trabajo, una persona reactiva podría echarle la culpa a otros si algo sale mal, sin hacer nada para solucionarlo. Pero una persona proactiva buscaría cómo arreglar la situación o mejorar las cosas para la próxima.
En las relaciones personales, ser reactivo podría significar responder de mal modo en una discusión. Pero ser proactivo significaría calmarse primero, pensar en cómo mejorar la relación y actuar de manera que ayude a resolver el problema.
Cambiar de ser reactivo a proactivo puede ayudarnos a tomar mejores decisiones, ser más fuertes frente a los problemas y alcanzar nuestras metas. Esto significa que nuestras acciones y decisiones se alinean con lo que realmente queremos y valoramos.